viernes, 7 de mayo de 2010

CRISTIAN ALARCÓN, EN LA FRONTERA DE LA NO FICCIÓN CREATIVA

En diálogo con el autor de “Cuando me muera quiero que me toquen cumbia”, la historia del santo de los pibes chorros de las villas bonaerenses, el escritor chileno explica por qué se define como “un periodista investigador al servicio de la narración.”



Tras dos décadas de ejercer su profesión desde la redacción de medios como Página 12, TXT y Crítica, Cristian Alarcón, se ha desplazado hacia un terreno fronterizo entre el periodismo y la literatura. “Fui orientándome cada vez más hacia la narrativa y fui utilizando las técnicas del periodismo investigativo, no tanto para descubrir grandes primicias, ni para poder nutrir la tapa de un diario, si no para nutrir mis textos de narrativa de no ficción y crónica.”, dijo este periodista destacado en el cubrimiento de la violencia urbana, la marginalidad, el narcotráfico y la corrupción policial.


Esta temática es precisamente el eje de su libro, “Cuando me muera quiero que me toquen cumbia”, publicado por Norma en el 2008 y por el que ganó el premio Samuel Chavkin a la integridad en periodismo. En él, luego de dos años de convivencia con la gente de Villa San Fernando, zona marginal del norte de Buenos Aires, logró relatar la historia de el “Frente” Vital, un ladrón quien después de morir a los 17 años a manos de la Policía se convierte en el santo de los pibes chorros.

Un reconocimiento obtenido en medio de las dificultades económicas que, según Alarcón, han llevado al periodismo investigativo a una crisis. Él cree que “el problema fundamental de la investigación es que es muy cara y tiene un alto nivel de inversión”, costos que se justifican en la metodología requerida que define como “etnográfica”, una inmersión en la realidad y una cercanía íntima con las fuentes humanas, al punto de que algunas le llaman “compadre”, ilustró.

“Para mí una información que no salga del territorio es una información que no me excita demasiado.”. “La investigación es una tarea colectiva per se, es una tarea de redes, de enlaces, de vínculos y de complicidades, es una tarea de confianza muy fuerte, que hay que establecer no solamente con las fuentes, si no también con los otros periodistas y con los editores.”, recalcó.
Precisamente, la inexistencia de esta confianza hizo que en su trabajo Alarcón no incluyera fuentes policiales, a pesar del papel crucial de los uniformados en la historia.

Para su trabajo, además de los personajes, el autor recurre habitualmente a las que denomina fuentes “no civiles”, en donde agrupa entidades tanto públicas como privadas, necesarias para abordar la compleja realidad que investiga. “Manejo esas fuentes con mucho cuidado, porque suelen competir con la calidad de mis textos, (…) en general tienden a aplastar, con su visión y con su forma de transmitir información, una literatura de no ficción efectiva, de vanguardia, innovadora, interesante”, explicó este periodista que trasgrede las normas tradicionales del periodismo buscando la calidad literaria.

Así por ejemplo, construyó al personaje del “Tripa”, el antagonista de la historia, a partir del “coro griego de la Villa”, sin una investigación suficiente. “Surge de la necesidad. Para crear el mito del chorro contra el transa. (…) Yo utilizo los personajes para construir esa trama que me permita narrar hacia donde yo quiero llevar al lector”, manifestó.

Sin proponérselo, el ignorar en la investigación a este personaje generó en Alarcón un sentimiento de “deuda”, de donde surgió la idea de su nuevo libro, “Si me querés quereme transa”, que explora el fenómeno del narcotráfico y será publicado en noviembre. Como en su primer libro, en este caso la idea de adelantar la investigación nació de una intuición literaria sobre una historia con potencia, que lo mantenga interesado hasta el punto de afectarlo personalmente, de “invadir su vida”.

Luego de casi 5 años investigando para su nuevo libro, Alarcón defiende la idea de que hay un cambio en el concepto de verdad, “al extremo que mi libro tiene ahora 10 voces que no son las originales de los protagonistas.”. Este hecho es motivo de debate. Para algunos, como el escritor norteamericano John Lee Anderson, “Si me querés quereme transa” no es un libro de no ficción si no una novela, a lo que el autor responde que el hecho de que un personaje diga lo que le dijeron tres o más fuentes no hace que el contenido sea una mentira y cataloga su trabajo como una “no ficción creativa”, un espacio dónde la línea que separa ficción y realidad se hace tenue.

No hay comentarios:

Publicar un comentario